Como la mayoría de las niñas, mi papá fue mi héroe. El era muy hábil, hizo casi de todo en su vida, practicó boxeo, judo, karate, levantó pesas, corrió carros y lanchas, fue piloto de avionetas, pescador, tirador con rifle, pistola y arco y flecha. Además sabía de mecánica, de electrónica, de fontanería, y de carpintería. Con él me sentía segura. Cuando el terremoto de Managua, él rescató a los miembros de la familia que quedaron enterrados. Como ese era uno de mis mayores miedos, yo decía que si me caía la casa encima, él me rescataba. Y si venía un ladrón, nos defendía con pistola, si no, a los puños o a las patadas.
Cuando conocí al Señor, Dios empezó a tratar con mis temores. Un día me dijo que quería que así como me sentía de segura con mi papá, que así me sintiera con Él. Que si yo creía que mi papá era hábil, El era más. Si creía que mi papá era fuerte, El era más. Además, mi papá iba a envejecer pero Él seguiría siendo el mismo. Fue un proceso largo, porque no es lo mismo confiar en alguien a quien puedo ver y tocar, que confiar en alguien a quien no veo y sólo puedo creer que está conmigo.
Cuando mi papá partió de este mundo, yo decía que Dios había sido misericordioso conmigo, porque había hecho que transfiriera todos mis sentimientos de hija hacia Él. No quedé sin padre, sino que tengo un Padre amoroso, poderoso y eterno.
Hoy que estaba recordando eso, Dios me dijo que había sido necesario derribar ese ídolo. Me sorprendí. Me recordó que ídolo es todo aquello que ocupa el lugar de Dios. ¿Dónde está tu seguridad? ¿En una persona, en el dinero que tenés, en el negocio, en el trabajo, en tus títulos, en tus capacidades? Si es así, eso es un ídolo, porque nuestra seguridad debe estar en Dios solamente.
El Covid fue un llamado de atención. Nos dimos cuenta de la fragilidad de la vida. Espero que nos hayamos dado cuenta de las cosas importantes y de las que no lo son y no lo olvidemos. En momentos de incertidumbre, cuando no sabemos si vamos a sobrevivir, son momentos de volvernos a Dios, que es el único que puede darnos vida eterna. Sobrevivimos, así como cuidó de nosotros en momentos de peligro, siempre nos va a cuidar, proveernos lo necesario y darnos propósito. Nunca nos va a dejar porque nos ama con amor eterno. Lo que ha querido es llamar nuestra atención para que nos volvamos a El. Me gustó oír decir a una amiga que así como los niños nos toman la cara con sus manitas para que los volvamos a ver, así hizo Dios. “Aquí estoy, todo es pasajero, sólo Yo soy eterno. Yo no cambio, sino que permanezco para siempre”. ¿Buscás seguridad, estabilidad, protección? Dios es la respuesta. La única respuesta verdadera. Todo lo demás es ilusión.
David decía: “¿Quién es Dios, fuera del Señor? ¿Qué otro dios hay que pueda protegernos?” (2 Samuel 22:32 DHH94I)
Oremos: Señor, le pido perdón por haber puesto mi confianza en cosas que perecen, hoy renuncio a ellas y decido confiar y depender únicamente de Usted. Sea mi refugio, mi fortaleza, mi sanador, mi proveedor, mi seguridad y mi paz. Y al morir, lléveme a Su morada celestial. Amén.
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